"Yo soy el camino, y la verdad, y la vida…"
Desde tiempos muy antiguos el hombre siempre ha tenido interés en encontrar una verdad.
Pero el cuestionamiento es si la verdad es absoluta o relativa. Si es absoluta significa que no puede ser cambiada o alterada. Y si es relativa quiere decir que depende de otros factores; razón por la cual puede ser cambiada.
Los filósofos griegos siempre examinaron sobre qué es la Verdad. Los judíos por otro lado, conocieron un conjunto de ordenanzas desde el Antiguo Testamento, lo que Dios ordenaba hacer no estaba sujeto a interpretación o a opiniones. Pero eso era la Verdad.
Aun así muchos desobedecieron lo que Dios decía por medio de sus profetas y los escritos de Moisés. Quizás 700 o 600 años antes de Cristo, Dios ordena a Isaías proclamar las siguientes palabras: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!” (Isaías 5: 20-21).
Parece que nuestros esfuerzos siguen siendo los mismos incluso en nuestros días, encontrar una verdad pero que se ajuste a nuestros ideales. Esto siempre ha pasado, pero no fue tan perjudicial hasta los años del filósofo Alemán: Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1724-1804). Comúnmente llamado como “la conciencia de la modernidad” ¿Por qué fue perjudicial? Porque Heguel rechazo en el desarrollo de sus teoría del idealismo: el Absoluto. Con Heguel nace la triada dialéctica: La tesis, antítesis y la síntesis. Estas tres en filosofía son la base de un proceso evolutivo del espíritu humano que se repite a si mismo por la búsqueda de la verdad. La tesis es una proposición o una afirmación, la antítesis es la contradicción de esa afirmación, mientras que la síntesis es la combinación de las dos anteriores, pero ahora como una nueva teoría.
Años más tarde, esta teoría del idealismo sirvo como base para otro pensador: Ludwing Feuerbach conocido como padre del Humanismo. Él fue todavía más allá de las teorías de Heguel, él sostuvo que si no hay absolutos como Heguel afirmo, entonces no hay Dios. Aunque el no estaba interesado realmente en la existencia de Dios, sino en el proceso como surge la idea de Dios en la mente del hombre.
Lamentablemente, hoy arrastramos las enseñanzas de Heguel y Feuerbach, como consecuencia ya casi no se enseña sobre Dios en las instituciones, en lugar de ello ahora se nos enseña filosofía como si fuera una necesidad urgente. Y no hay un pecado más lamentable, que enseñarle a otros a pecar como lo hizo Jeroboam. Además esta teoría proporciona a la gente "moderna" una verdad de pura conveniencia. Una verdad relativa.
Sin embargo, antes de estos hombres, un gobernador le pregunto a Jesús ¿Y qué es la Verdad? (Juan 18:18). Jesús ya había contestado esa pregunta anteriormente: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida…” (Juan 14:6).
Hoy, el Hijo de Dios no está físicamente con nosotros, por lo tanto no puede hablarnos en manera directa como lo hizo con sus discípulos. Pero para nuestro consuelo, él dijo que las palabras de Dios, son verdad. Juan 17:17 “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.”
Pero ¿Qué pensamos sobre esto? En definitiva no puedo hablar por otros, pero si por mí mismo. La Palabra de Dios, su Santa Escritura que está disponible en muchos idiomas hoy es una Verdad Absoluta. Y al serlo, nos desafía en gran manera al llamarnos cristianos.
Por ejemplo: Jesús utilizo expresiones absolutas y condicionantes.
“Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.”(Lucas 9:62).
“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.” (Lucas 14:26).
No en balde muchos de los discípulos, dijeron: “dura es esta palabra; ¿Quién la puede oir?” (Juan 6:60). Estos, son sin duda alguna, duros pasajes para todos nosotros también. Pero son las palabras de Jesús, por lo tanto son Verdad.
La verdad puede ser conocida y no está escondida (Juan 8:32).
¡Así de dura es la VERDAD y las palabras de Jesús!
¡Dios le bendiga!